La torrija del 2 de mayo
- MANU FRANCO
- hace 2 días
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Apareció entre la nieve, un día en que la nieve era una utopía, pero aquella vez nevaba. Era un 2 de mayo de 1975, plena primavera y, sin embargo, en las ventanas de aquel hospital, Pepa Peral veía caer los copos lentamente mientras a lo lejos se divisaba la imponente figura del Monasterio de San Lorenzo del Escorial. Había despertado hacía poco y aún no sabía nada de un niño que se lo había hecho pasar muy mal a la hora de nacer. Cesárea urgente, desprendimiento de placenta le contaron. Incertidumbre. Todo salió bien y este enero cumplió 90 años.
Pero estábamos en aquel que apareció entre la nieve… Manolo Franco, el padre, había llegado sorteando la tempestad de aquel día de primeros de mayo desde Valdemorillo con una torrija que habían hecho sus hermanas. ‘Toma, llévasela, madre mía como la cuidas, ni que fuera la Sofia Loren’ se burlaban la tía Lola y la tía Carmen, por allí andaban también el tío Paco y la tía Blasa, intentando poner algo de humor en un momento grave. La italiana era la estrella del momento, pero para Manolo su Pepa era mucho más, tanto como la mujer con la que puso en pie un bar restaurante, con la que se casó, la madre de sus dos hijas y desde ese momento la madre de su nuevo Manuel. Alguien le dijo que con las torrijas las madres recientes se recuperaban antes y allí estaba pensando en el milagro.
Muchos años después se repitió la historia, Gabriela Franco nació igual que su padre y Carolina, la otra heroína de esta historia a la que una doctora salvó la vida para regalar aire a la familia, recibió jamón ibérico en vez de torrijas. Los tiempos cambian, ya saben. Sigue intacto el cuidado, el amor… y el ejemplo de aquel hombre traspasado a su hijo.
Las primeras torrijas las cuenta el romano Apicius, en el siglo I y daban fuerza a los gladiadores, en la Edad Media a los guerreros, los árabes le pusieron miel y desde el siglo XV con un vasito de vino, hacen felices a las madres. También satisfacen el deseo, el placer después de la cuaresma… para mi las hacían los que ya no están, mi padre y mi hermana Marian.
Una vez soñé que lograron que mi madre recuperara la fuerza. Ahora la hemos creado para ti, que disfrutarás de esta historia de primavera en una torrija de Madrid, tradicional, dulce, diferente, una torrija para cuidarte, curarte, mimarte, dedicada a ti, un dulce para ser feliz, tan especial como la nieve un dos de mayo… a veces, ese día, miro al cielo y siento copos caer mientras alguien me regala el sabor de las torrijas desde ese lugar donde viven los que siempre estarán en nuestro recuerdo.
Manu Franco
