Cuando los sueños tocan las estrellas.
El 26 de noviembre marcó un antes y un después en la historia de La Casa de Manolo Franco: recibimos nuestra primera estrella Michelin. Un sueño que, aunque parecía lejano, siempre estuvo presente en el corazón de nuestro equipo. Este logro no solo representa la excelencia culinaria, sino también un viaje cargado de esfuerzo, pasión y la búsqueda incansable de hacer felices a quienes cruzan nuestra puerta.
Hay sueños que comienzan entre aromas y recuerdos, y que, con dedicación y pasión, se transforman en realidad. En La Casa de Manolo Franco, una estrella Michelin representa mucho más que un reconocimiento: es el reflejo de años de esfuerzo, de arriesgarlo todo, de la historia de una familia y el amor por un territorio ubicado en un pequeño pueblo cerca de la capital. Respeto por la gastronomía y por quienes nos acompañan en cada servicio, nuestros comensales. Este hito no solo premia un recorrido lleno de aprendizaje y sacrificio, sino que nos inspira a seguir emocionando a través de cada plato, honrando nuestras raíces y mirando al futuro con ilusión.
Una carta de agradecimiento.
Queremos compartir contigo una carta que Manu Franco escribió con el corazón, dedicada a quienes han sido el alma de este camino: nuestros clientes. Porque aunque hoy una estrella ilumine nuestra casa, las verdaderas estrellas siempre han sido quienes han confiado en nosotros.
¿Y entonces, para cuando la estrella Michelin? La pregunta solía llegar al final de la comida o la cena, en esos momentos en los que llevo la parte más dulce del menú a nuestros clientes, a ti, a vosotr@s… Y en el último año, la respuesta solía ser la misma, ‘mi estrella eres tú’. Y es que esta temporada habíamos cambiado el objetivo y convertido el hecho de conseguir una estrella Michelin en nuestro restaurante, en una ilusión. Pero el objetivo eras, eres, siempre, serás tú. Y siento si en algún momento me he perdido entre las luces y he desviado el tiro, porque lo más importante para este restaurante, para mí, siempre ha sido ser feliz haciendo felices a los que vienen a casa.
El pasado 26 de noviembre conseguimos la mayor distinción del universo gastronómico: una estrella Michelin. Reconozco que llevo una semana con la garganta que apenas puede hablar, el corazón a mil pulsaciones y el aire que no acaba de entrar en los pulmones, como si esta historia la estuviera viviendo otro, como si me hubiera metido de extra en una película y las críticas hablaran de mi. En definitiva, es una manera de decir que no me lo creo del todo, pero a la vez tengo el convencimiento total y absoluto de que lo merecemos.
La historia puede remontarse a 1964, cuando mis padres compraron este local a un señor con un apretón de manos. Después abrieron en el 69 y ocurrieron cincuenta años de trabajo de toda mi familia, desde ellos a mis hermanas, sobre todo mis hermanas… y llegó 2019. Ese año de cambios, de locura, de noches preguntándome qué hacer. Una vez escribí un libro que cuenta la historia de un piloto de motos, de los mejores del Dakar, que en un instante se quedó sin movilidad de cintura para abajo, La suerte de mi destino se llama. Ese libro se inicia con el poema Invictus, ‘soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma’. Esteve, el protagonista del libro, habla de que no estará ni un minuto en un sitio en el que no quiera estar. Y yo quería estar ya en otro sitio, quería un reto nuevo. Y quería honrar la memoria de mi padre y hacer que mi familia se sintiera orgullosa. Así que me lancé a volar por el acantilado…
Hicimos lo que hacen muchos emprendedores, pequeños empresarios en esta España nuestra que tan poco les cuida, vendimos una casa, pedimos varios créditos, pusimos nuestros ahorros en cuarentena y nos preparamos para estar dos o tres años sin ingresos hasta sacar adelante un sueño. Fueron más, claro... Con la ayuda de mi mujer, la gran suerte de mi vida, pusimos en marcha un sueño con el nombre de mi padre, una historia que contar y un futuro por vivir. La casa de MANOLO FRANCO, nacía un 6 de junio de 2019 con la mayor de las ilusiones, mucho miedo y las alas, aún de hierro, preparadas, repletas de trabajo, esfuerzo y coraje. Fueron muchos, ya lo dijeron en la gala de Michelin, ‘pocos auguraban el éxito que…’ y es que sí, fueron muchos los que me dijeron ‘¿dónde vas chaval?’ pero tu qué te crees? Lo que vas a hacer es una locura. No llegan al año… Sí, existen, pero a veces la tormenta más intensa construye corazas de diamante. En esos momentos me acordaba siempre de mi padre, él siempre confió en mi y siempre luchó por mi. Y con eso tenía suficiente. También hubo otros que creyeron, mi mujer, mis hijas, mi familia, algunos amigos, pero sí, fueron pocos. Aunque, sobre todo, confiasteis vosotros. En este tiempo hemos tenido que adaptar la propuesta y volver a lanzarnos al vacío más de una vez, pero todo ha seguido gracias a que seguían, poco a poco, mucho a mucho, entrando clientes por la puerta. ‘Cuídalos hijo, cuídalos mucho’, me dice siempre mi madre.
Queda mucho camino, pero cinco años después somos un restaurante que ha conseguido mucho, un sol Repsol, una estrella Michelin, el premio de cocinero revelación de El Mundo-Metrópoli, pero sobre todo y ante todo, ha conseguido lo más importante: CLIENTES. En el momento de escribir estas líneas 27.580 personas han querido venir a ser felices a esta casa, no es fácil encontrar mesa en fin de semana y vamos paso a paso por más. Muchos habéis repetido y eso es lo que más alegra nuestra vida. Y algunos, muchos, casi todos, amigos. Lo hemos conseguido en este tiempo, en el que hemos tenido que luchar contra una pandemia mundial, una nevada histórica, guerras y crisis en nuestro continente, subidas constantes de precios… pero contábamos con la pasión por un proyecto único que poco a poco ha ido dibujándose hasta conseguir algo exclusivo. ‘Trabajo, constancia y autenticidad’ dijeron en la gala Michelin, como principales características de esta casa, más allá de la creatividad y la apuesta por los sabores de la sierra: trabajo.
Además de daros las gracias a vosotros, verdadero corazón de este sueño, quiero aprovechar para dar las gracias a todas y cada una de las personas que han trabajado en esta casa en estos años porque cada uno, cada una, con su esfuerzo y talento ha puesto una piedra en el edificio inmenso que estamos construyendo. Igual que a mi familia, a los que he quitado tanto tiempo y de los que, de las que solo recibo impulso.
Cierro esta carta de agradecimiento de nuevo con vosotros, gracias a los que venís a esta casa, a los que viajáis desde lejos o desde cerca, a los que hacéis cuarenta kilómetros desde Madrid o algo menos o mucho más, a los que salís pensando en volver, a los que habéis vuelto tantas, tantas veces, a los que no os vais sin la próxima reserva antes de salir, a los que habláis de nosotros a vuestra familia, a vuestros amigos, a los que nos ponéis una reseña cariñosa, a los que celebráis tantas cosas con nosotros, a los que cerráis los ojos al probar, a los que esperáis el próximo menú como una promesa de felicidad, a los que sonreís al probar y os emocionáis, a los que hacéis posible que este sueño (casi) imposible de una familia siga vivo y repleto de futuro, gracias siempre, gracias porque por vosotros ya nos ilumina una estrella…
Manuel Franco
Este post es más que una carta de agradecimiento; es una invitación para quienes aún no conocen nuestra casa. La Casa de Manolo Franco es un lugar donde los sueños se cocinan a fuego lento y los sabores de la Sierra de Madrid se transforman en experiencias inolvidables. Cada plato que llega a tu mesa tiene una historia. Detrás de cada creación hay horas de investigación, prueba y atención al detalle. Nuestro equipo no solo cocina, sino que también comparte un sueño: emocionar a través de la gastronomía.
En el corazón de nuestro trabajo está el compromiso con los valores que han definido a La Casa de Manolo Franco desde su nacimiento: sabor, belleza, historia y emoción. A través de la búsqueda constante de la excelencia y el respeto por la cocina de la sierra, de la zona de Valmayor, donde cada ingrediente cuenta una historia, que queremos compartir contigo. Cada día, el equipo se esfuerza por ofrecer algo más que una comida: una experiencia gastronómica que conecte con las emociones de nuestros comensales.
Con esta estrella Michelin, renovamos nuestro compromiso de emocionar a través de cada plato, de seguir explorando la tradición y la creatividad, y de honrar la confianza que cada cliente deposita en nosotros. No es un final, es un nuevo comienzo. Un reconocimiento que nos impulsa a seguir innovando, explorando sabores y querer sorprender con nuevas propuestas. Nos recuerda que todo lo hacemos por ti y queremos que vivas una experiencia emocional, que celebra la pasión por la cocina y la belleza de nuestra sierra.
Si aún no nos conoces, esta es tu invitación a descubrir lo que hace especial a nuestra casa.
Te esperamos en casa.
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