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Seguimos brillando...

  • Foto del escritor: MANU FRANCO
    MANU FRANCO
  • 26 nov
  • 3 Min. de lectura

Lo busqué donde lo guardo siempre que hay una ocasión especial, lo encontré y después me puse el anillo de mi padre, un sello de oro y cuarzo azul, y justo después de terminar la cerrar la compra de la semana que me había enviado nuestra jefa de cocina, me puse a ver la gala Michelin 2026. Ese anillo que besé al recibir nuestra estrella un año antes. Estaba nervioso, aunque no como el año pasado, estaba emocionado, quizá incluso más que el año pasado. Y es que ha pasado un año, no soy el mismo, tengo unos cuantos kilos de menos, algo de tensión de más, un cúmulo de experiencia acumulada y un lugar donde agarrarme cuando los pies se tambalean: una estrella más.


Mi estrella siempre fue mi padre y mi hermana que me cuidan desde allá donde viven las personas valientes, pero conseguir una estrella Michelin para mí fue el premio de toda una vida, a toda una familia, fue el premio a nuestro trabajo, al mío y al del equipo, pero también al de mis padres, mis hermanas y toda la familia que trabajaron tanto y tan duro en el antiguo bar.


Ahora ha pasado un año ya… y han sucedido tantas, tantas cosas, he cometido tantos fallos y algún acierto que otro, pero sobre todo siempre desde el intento de dar lo mejor de mí, he hecho lo posible por iluminar el espacio que ocupamos.


La Casa de Manolo Franco nació sin una pretensión clara, más allá de la utopía de ser feliz haciendo felices a los que nos visitan. Y es ahí donde está el éxito, en que el restaurante sigue llenando cada fin de semana, cada vez con más antelación y con las mesas cada vez más ocupadas entre semana, en que cada vez los platos son mejores, con más sabor, detalle, elaboración y memoria, en que seguimos contando nuestra historia y la memoria de este pueblo, esta casa, esta familia, narrada en un día en la sierra de Madrid mediante la gastronomía.


La Casa de Manolo Franco es una historia de coraje, de pasión, de fuerza y mucho trabajo, el de cada persona que ha pasado por nuestra casa y ha puesto su montaña de arena para que sigamos mejorando, el de un equipo que lucha cada día por mejorar y no se detiene ante las dificultades que aparecen y hay que sortear, es la historia de una familia, y de una mujer, Carolina, que inspira mi vida y es la verdadera piedra sobre la que se sostiene este proyecto.


Quiero dar las gracias, a ella y a nuestras hijas, por los momentos que no tengo para vivirlos cerca, por el amor que me sostiene y me mueve cada día.


Seguimos con nuestra estrella Michelin. Y ahora vamos a por más. El futuro de esta casa pasa por seguir lanzándonos al vacío, con las alas cada vez más cosidas, en dar el siguiente paso y hacer que nuestros clientes crean que merecemos la segunda, que cuando se vayan lo hagan mejor de lo que entraron, que vivan un momento único.


Porque a esta casa no se viene a comer, o no solo a comer, se viene a vivir un par de horas al menos de emoción, sensibilidad, sentimiento, se viene a crear recuerdos viviendo en la memoria, se viene a conocer la felicidad. Ese es nuestro trabajo, eso es por lo que vivo… gracias.


Os espero… en casa. Brillando.


El sello, el único detalle material que me dejó más allá de su memoria, coraje y ejemplo para toda la vida… y un local, junto a mis hermanas, un cuadradito, como él y mi madre lo llamaban.


M. Franco


 


 
 
 

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